Cangrejo azul, el invasor que se hizo local

Por Ingrid Julve

El pasado 14 de octubre de 2025, durante la presentación de la revista La Safor, escuché una frase que me resonó más de lo esperado: «El cangrejo azul ha pasado de ser una amenaza ecológica a un recurso comercial». La pronunció Miguel Rodilla, doctor en Biología y profesor del Grado en Ciencias Ambientales del Campus de Gandia, al referirse al trabajo de su antiguo alumno, el doctor Alberto Gil Fernández, actualmente investigador en el Centro Oceanográfico de Murcia. Gil había estudiado cómo esta especie, originaria de las costas atlánticas americanas, había colonizado las costas mediterráneas con una rapidez que descolocó tanto a científicos como a pescadores. Lo más impactante fue el dato: en apenas una década, ha desplazado al cangrejo autóctono y ha contribuido a sostener la economía de La Albufera, porque la anguila es una especie que no se puede pescar todo el año. Un polizón convertido en protagonista de mercado.

Ha pasado más de una década y el cangrejo azul sigue siendo noticia. En los primeros años se hablaba de invasión, de amenaza, de catástrofe ecológica. Después llegó el discurso del aprovechamiento: si no podemos erradicarlo, hagamos negocio. Se adaptaron redes, se abrieron líneas de investigación, se probaron recetas. El cangrejo azul, con su tono metálico casi eléctrico, llegó a las lonjas y a las cartas de algunos restaurantes. Pero no llegó más allá. Porque si hoy vas a un supermercado cualquiera, no lo encontrarás.

No está en los expositores, ni en la pescadería del barrio, ni en las bandejas de pescado fresco. ¿Por qué? Es irónico: se habla de economía circular, de producto local, de aprovechar lo que el mar ofrece, y sin embargo, este símbolo de adaptación ha desaparecido del consumo cotidiano. Puedes pedirlo bajo reserva en pescaderías o buscarlo en tiendas especializadas de productos del mar congelados, pero en el supermercado de a pie no se suele exponer entre las doradas y las bolsas de mejillón.

¿Será que el cangrejo ha sido relegado de nuestras cocinas? Lo comemos en restaurantes, sí, pero cocinarlo en casa dejó de ser una costumbre hace muchos años. Quizás porque nos exige tiempo y destreza. O quizá porque hemos perdido esa relación directa con el mar que antes pasaba por la mesa.

Aquel hallazgo, tan contradictorio, me cambió la mirada sobre lo que entendemos por sostenibilidad. Cuando el ser humano juega con la naturaleza y provoca una alteración de la misma no tiene más remedio que reescribir el guion. Lo que empezó siendo una especie exótica no deseada se transformó en una oportunidad económica, y con ello, en un espejo de nuestra época: un Mediterráneo globalizado, herido y creativo a la vez. No es una historia de éxito ni de tragedia; es una historia de supervivencia.

Si tuviera que contarla como crónica, la llamaría “Los nuevos reyes acorazados”. Imagino a los protagonistas: un marinero que calcula si la venta de cangrejos pagará el gasoil del día; una científica que observa cómo esta especie se adapta y arrasa con el resto; un cocinero que los hierve para un arroz meloso de cangrejos “vanguardista”; un mar en constante cambio. Esa trama, tejida entre la ciencia, el mar y la cocina, es la que define mi TFM: la pesca sostenible de la Safor como relato de resistencia. El mensaje es claro: no se trata solo de proteger el entorno, sino de entender cómo los oficios del mar se adaptan y generan esa sostenibilidad.

“De cada dato puede surgir una historia. Una historia que espera ser contada”

Como periodista, creo que es fundamental recordarlo. Y me atrevo a decir, y a pensar, que la sostenibilidad no consiste en aferrarse al pasado, sino en aprender a vivir y a escribir con lo que llega, en gestionar los cambios para transformarlos en oportunidades, en nuevas maneras de mirar y de afrontar los problemas. Sobre todo a aprovechar esos datos (cualitativos o cuantitativos) como bien nos ha enseñado la profesora Juliana González Rivera en Metodología de la Investigación para realizar nuestro trabajo periodístico con la mayor veracidad y rigurosidad posible.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.

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