Periodismo de Viajes

STJ y UEES impulsan una experiencia académica internacional sobre turismo sostenible.

En el marco de su compromiso con una formación periodística global y transformadora, la School of Travel Journalism y la Universidad Espíritu Santo de Ecuador organizan unas jornadas internacionales centradas en la presión turística y la sostenibilidad. A través de clases espejo, estudiantes de ambas instituciones trabajarán en equipos mixtos para analizar desafíos reales del turismo contemporáneo y proponer soluciones innovadoras desde una mirada crítica y colaborativa.

Lo que aprendí sin creer

Aunque ya no se considera creyente, la alumna Eva reflexiona sobre la fe a partir de una experiencia en Bután, donde una visita a un monasterio y la historia del Buda, contada con pasión por su guía, despiertan en ella una profunda admiración. A través de similitudes entre el budismo y el catolicismo, concluye que todas las religiones ofrecen consuelo, esperanza y sentido. Aceptar esta dimensión espiritual, incluso sin creer, enriquece los viajes y la comprensión cultural. Al regresar, comparte la experiencia con sus abuelas, a quienes sigue rezando desde un vínculo íntimo y personal.

La dureza de la Selva

En Ambue Ari, la selva no ofrece epifanías, sino trabajo y barro. Allí, el periodismo abandona la distancia y se ensucia de realidad. Entre jaguares, lluvia y silencios compartidos, el relato deja de ser urgente: empieza a madurar al ritmo de la naturaleza, transformando al periodista sin que este apenas lo note.

Al otro lado del túnel, una imagen no vale más que mil palabras

En el corazón de Oruro, una travesía subterránea revela una tradición minera viva y sagrada. Al otro lado del túnel, la ch’alla al “Tío de la Mina” desafía al periodismo visual: hay ritos que exigen más escucha que exposición, y momentos en los que el respeto pesa más que el obturador.

Descalza entre gigantes: El viaje que me enseñó a mirar distinto

En el Templo Dorado de Amritsar, descubrí que viajar no es solo ver lugares, sino dejar que te transformen. Descalza entre desconocidos, entre gigantes cucharas y oraciones suaves, entendí que la verdadera hospitalidad no pregunta quién eres: simplemente te recibe. Allí aprendí a mirar con otros ojos y a caminar con el alma más abierta.

Cuando el mundo se detiene: un amanecer sobre África

Flotar sobre el Serengueti al amanecer me recordó que no se viaja solo para mirar, sino para transformarse. Desde el globo vi la vida desplegarse bajo mis pies y entendí que el verdadero viaje ocurre cuando dejamos de ser espectadores para formar parte del mundo que nos rodea.

El primer paso fue con miedo… y sin billete de vuelta

Viajar sola no estaba en mis planes, pero un imprevisto en Omán cambió mi forma de ver el mundo. Vencí la timidez, abracé lo desconocido y descubrí que el miedo no tiene por qué frenar los sueños. Desde entonces, cada destino me transforma y me enseña a vivir con más curiosidad que control.

Rumanía a través de nuevos ojos

Rumanía me enseñó a mirar sin prejuicios. Entre parques serenos en Bucarest y colinas cubiertas de bosque en Sarata Monteoru, descubrí un país acogedor y vibrante, muy distinto al que imaginaba. Viajar, a veces, no solo es descubrir nuevos lugares, sino también desmantelar viejas ideas.

Semporna y el Triángulo de Coral: Donde el mar me transformó

En Semporna me lancé al mar, pero también a una transformación interior. Lo que comenzó como un reto personal terminó revelándome una misión: contar las historias ocultas bajo el agua. Allí comprendí que el periodismo puede sumergirse, también, en los silencios del océano para proteger lo que aún puede salvarse.

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