Turismo, residuos y contradicciones: un plan ambicioso sin solucionesreales.

Por Samuel Bonastre Martín

La reducción de basura y eliminación de la misma en una ciudad tan grande como Londres es, cuanto menos, intrigante. La primera duda que asalta a la mente es: ¿Cómo hace la ciudad de Londres para gestionar los residuos de tanto turista? Para tener una idea de la efectividad de la ciudad de Londres a la hora de eliminar los residuos generados por el turismo, es necesario echar un vistazo al número de visitantes que la capital británica ha recibido en los últimos años. Y sin incluir 2024, el año que según Visitbritain.com la capital británica fue la segunda ciudad más visitada del mundo, siendo Istanbul la primera.

Del discurso político a la realidad urbana

Haciendo una simple búsqueda, hay en internet un documento de 2018 publicado por la Greater London Authority, en el que Sadiq Khan, alcalde de Londres, describe los objetivos a cumplir en materia de sostenibilidad para la urbe. El principal aspecto del ambicioso plan que nos ocupa es el apartado 7: ‘Waste’. En él, no se hace ningún tipo de distinción sobre el origen de los residuos, sino que consideran el reciclaje de manera global. En pocas palabras, da igual quién genere dicho residuo, el objetivo es su gestión eficiente.

Para ello, se estima que la cantidad de residuos generados por el sistema de economía linear genera en Londres alrededor de 7 millones de toneladas al año. De todos ellos, solo el 41% es actualmente reciclado y se prevé que los vertederos lleguen a su capacidad máxima en 2026.

El documento recoge varias iniciativas para cumplir los objetivos que propone: ser una ciudad con cero desperdicios, haciendo que para 2026 no se mande ningún desecho biodegradable a vertederos y para 2030 el 65% de los desechos municipales serán reciclados.

Ahora bien, ¿cómo pretende hacerlo? Pues no da una solución clara. Propone que los 33 distritos de la ciudad generen un sistema de reciclaje homologado para que la gente pueda realizarlo de manera más consistente. Y no se le puede quitar razón a este punto. Desde mi experiencia viviendo en la ciudad por más de siete años y, habiendo vivido en diferentes casas, apartamentos y distritos, cada vez ha sido necesaria por mi parte una búsqueda de días de recolección y separación adecuada de residuos.

Pero no aporta soluciones, marca solo unos objetivos a cumplir en conjunción entre la Greater London Authority y los distritos para llegar a la llamada economía circular. Y sí, son unos objetivos ambiciosos, pero parece que el alcalde esté pasando el problema al siguiente en la fila. Directamente lo refleja con la siguiente frase: ‘The mayor has no powers to direct business to deliver the strategy’.

¿Qué se puede esperar de una ciudad en la que se presentan unos objetivos de eliminación de residuos y no un plan para conseguirlos? Por mucho que quieran reducir la cantidad de materiales de un solo uso e incentivar al consumidor a reutilizar envases, hasta que se cumpla su meta, en el caso de que así sea, se tardarán años antes de que suceda. Solo con ver que el plan está dispuesto para ser cumplido para 2050, nos da una idea de todo el trabajo que hay que hacer.

La ausencia de papeleras, un problema cotidiano

Pero pensando más como un turista, la ciudad carece de suficientes puntos públicos donde deshacerse de basura y, si bien tienes suficiente suerte para encontrarte una, nada garantiza que tenga una separación de reciclaje adecuada. Sin ir más lejos, aunque los servicios de tren nacional (National rail) dispongan de basuras en cada vagón, desde luego no ofrecen una separación para facilitar dicho reciclaje. Y qué decir de las calles. Aunque es cierto que se mantienen limpias (dependiendo del distrito), la ausencia de basuras hace que tanto locales como turistas deban llevar sus desechos encima hasta encontrar la próxima basura. Como local, puedo decir que más de una y de dos veces he llevado plásticos y papeles durante buena parte del día hasta poder deshacerme de ellos y la basura que encontré solo separaba orgánicos de desechos secos (plásticos, papeles, cartón, latas y demás).

Llegados a este punto, el pensamiento de empezar una campaña para tener más basuras con apartados de reciclaje mejorados parece obvio y lleva a preguntarse a uno mismo qué clase de persona idearía un plan sin facilitar soluciones reales para el ciudadano y el turista.

Londres ante el espejo de su basura

La conclusión que se puede extraer es decepcionante cuanto menos. Un rumbo sin falta de claridad que no lleva a ningún puerto convincente. Después de revisar cifras, documentos y vivir la experiencia en primera persona, la sensación es clara: Londres tiene la voluntad escrita, pero no la práctica. La ciudad apuesta por un horizonte verde a 2050, pero olvida que la sostenibilidad empieza en lo cotidiano, en cada papelera, en cada envase, en cada barrio. Hasta que no transforme sus promesas en acciones tangibles y coordinadas, el discurso ambiental seguirá siendo una meta lejana. Porque al final, una ciudad sostenible no se define por sus planes a largo plazo, sino por cómo gestiona la basura de hoy.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes de la School of Travel Journalism.

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