Por Miguel Digón
La librería del azar
En mi investigación sobre el viajero con el que me identifico, Domingo Badía Leblich, más conocido como Ali Bey, el viajero ilustrado que se reinventó entre Oriente y Occidente bajo la identidad de un príncipe abasí, un hallazgo inesperado convirtió un dato en una transformación narrativa y personal.
Acababa de irme de Galicia, tras aceptar que Ítaca no estaba en el Atlántico. En una escala en Madrid, caminando por el Rastro, ese barrio que poco a poco pierde su autenticidad, el azar me llevó otra vez hacia Ali Bey.
En una librería de la calle Carnero número 12, de esas donde el tiempo huele a papel envejecido y a humedad de historia, pregunté por alguna edición de los viajes a Egipto y Arabia. Un año antes había ido por las memorias de Godoy; quizá una coincidencia, el mismo ministro que envió a Ali Bey a su expedición.
El librero, Antonio, me dijo que no tenía nada de Ali Bey, pero empezamos a hablar del viajero. De pronto, me miró sonriendo y dijo:
—Uno de los descendientes de Ali Bey es cliente mío. Si quieres, puedo avisarle cuando venga para que os pongáis en contacto.
Salí sin dejar de pensar en ese descendiente. Esa noche, con las pocas pistas que tenía: un apellido, Leblich, y un lugar de la Mancha, concretamente en Toledo, lo busqué en Internet. Lo encontré: Ventura Leblich García.
Al día siguiente, festivo por San Isidro, volví a la librería y mostré una foto. Antonio sonrió:
— Sí, es él.
El encuentro virtual con el descendiente
Ya en Barcelona, la ciudad donde nació Domingo Badía Leblich y la que espero sea algún día mi Ítaca definitiva, escribí un correo a la biblioteca de Navahermosa (Toledo) contándoles sobre mi proyecto. No esperaba respuesta tan rápida. Al día siguiente, Ventura me escribió.
Su mensaje me provocó una emoción difícil de describir, como quien encuentra un tesoro único. Fue como si la historia de Ali Bey, que llevo más de veinte años persiguiendo desde que descubrí su calle a finales del verano de 2004, comenzara realmente allí. En nuestras primeras conversaciones descubrí a un hombre apasionado, investigador por vocación, que había rastreado la genealogía de su familia hasta llegar a los ancestros del propio Ali Bey.
Comprendí que mi hallazgo no era solo una casualidad. Había encontrado al descendiente de mi viajero de referencia y a alguien que prolongaba su espíritu erudito siglos después. Ventura se convirtió en el puente entre la historia y lo íntimo, entre Ali Bey y yo, alguien que me llevó de lleno al mundo familiar de Ali Bey.
A través de él, la investigación se volvió menos abstracta. Los datos biográficos se transformaron en emociones y la historia, esa que solemos mirar con distancia académica, tomo forma de relato de viajes. Ali Bey dejó de ser un personaje lejano del siglo XIX, para convertirse en una memoria viva que hablaba a través de su propia familia en el presente.
Cuando la historia se convierte en viaje
Este encuentro fue el núcleo de una crónica de mi próximo viaje a Arabia Saudita “Del Eixample al mar Rojo”, donde seguiré los pasos de Ali Bey desde una calle de Barcelona hasta Yeda, en Arabia Saudita. Ventura y su antepasado no serán solo personajes secundarios, sino el hilo conductor que une dos tiempos: el del viaje de Ali Bey a las puertas de la Meca y el de la búsqueda contemporánea de autenticidad en una ciudad en pleno desarrollo turístico.
No tengo tanta curiosidad por visitar La Meca; quiero centrarme en Yeda, la ciudad a la que Ali Bey decía que no había europeos pero que ahora se quiere posicionar como un verdadero destino turístico del Mar Rojo. Una ciudad cuyo principal valor es precisamente su carácter portuario y su situación estratégica algo de lo que ya se había percatado Ali Bey.
En definitiva, una conversación casual en una librería puede reactivar una memoria dormida. La investigación no es solo archivo, sino también, azar y encuentros que marcan la diferencia y guían intuitivamente al periodista de viajes.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.
