Para quienes sueñan con contar el mundo

Por Silvia Gago.

Querido viajero, querida viajera:

Hoy, más que compartir consejos prácticos, lo que quiero dejarte son reflexiones que ojalá te sirvan en tu propio camino.

Con el tiempo he aprendido que viajar no es (solo) desplazarse, ni tachar países en un mapa. Es observar, aprender, cuestionar.

Hay muchas formas de viajar. Se puede viajar para descansar, para escapar, por amor, por curiosidad o por rutina. Pero la que mueve al periodista, es la de viajar con propósito. Eso no significa tener todas las respuestas antes de salir de casa, sino salir con una pregunta (o muchas).

El futuro del viaje ya no puede construirse sobre la lógica de consumo que dominó durante tanto tiempo. Viajar no debería ser una coleccion de sellos en el pasaporte, porque ese tipo de turismo, rápido, extractivo, inconsciente, ya ha mostrado sus consecuencias: ciudades saturadas, culturas reducidas a espectáculo, comunidades desplazadas, naturaleza agotada. Y al final, incluso los propios viajeros se sienten vacíos.

Durante mi convivencia con diversas comunidades indígenas, como los mentawai, los arhuacos, o los bedik, quienes observan cómo su forma de vida se transforma debido al turismo, he entendido, más que nunca, que nuestra presencia también deja huella. Porque contar el mundo es una gran responsabilidad, y quienes tenemos el privilegio de hacerlo debemos preguntarnos, una y otra vez, qué tipo de viajeros queremos ser. Y qué tipo de periodistas.

Viajar, si se hace con intención, también puede ser una forma de resistencia. Una forma de tender puentes, de proteger lo frágil y de preservar tradiciones ancestrales.

A lo largo del máster he tenido la suerte de cruzarme con docentes, cronistas, viajeros y, sobre todo, personas generosas. Personas que han compartido no solo sus conocimientos, sino también sus fracasos, sus dudas y sus historias. Personas que nos han recordado que el periodismo no es solo oficio, y que nos han enseñado que para narrar el mundo hay que implicarse en él.

Quizá durante tu camino te asalten muchas preguntas. A mí también me pasó. ¿Quién soy yo para contar esto? ¿Cómo hacerlo con respeto? Que no te dé miedo dudar, no tienes que saberlo todo desde el principio.

Otras cosas se aprenden más tarde. Se aprenden en el silencio después de una conversación incómoda, en los momentos en los que decides escuchar en lugar de hablar, en los errores que no sabías que estabas cometiendo.

A medida que viajo a más lugares, me doy cuenta de que lo difícil no es coger el avión de ida, sino el de regreso. Volver sabiendo que algo de ti se ha quedado atrás. Que hay personas a las que no volverás a ver, y costumbres que ahora forman parte de tu manera de estar en el mundo, pero que tu entorno no entiende. Que ya no puedes mirar con los mismos ojos. Ahí empieza el trabajo de verdad: transformar todo eso en palabras, imágenes o emociones que le lleguen a alguien más. Incluso en algunas ocasiones, dar voz a quienes no la tienen.

Este curso termina y siento que el viaje, el importante, no ha hecho más que empezar. Sin duda, han sido meses de mucho aprendizaje, pero lo que más valoro no cabe en un temario. Un buen periodista de viajes no es solo el que busca historias que le sirvan, sino el que se pone al servicio de las historias que encuentra. Un buen periodista es el que hace preguntas con humildad, no solo con curiosidad. Y eso se logra con experiencia, con presencia y con respeto. Mi deseo para ti, viajero que viene, es que no tengas prisa por llegar. Que te tomes el tiempo de mirar bien y que nunca te olvides de por qué empezaste a viajar, ni de por qué empezaste a contar.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.

Deja un comentario

Contacto

School of Travel Journalism

+34 623 98 10 11

hola@schooloftraveljournalism.com

Centro Colaborador de