Definitivamente Sí

Por Eva Sierra.


Elegir Bután como el eje de mi TFM no fue una decisión impulsiva. El año pasado, probablemente en un día de invierno lluvioso, salí de una guardia nefasta en el hospital, y me hice una lista de destinos a los que quería ir alguna vez, cuando mi vida se dedicara exclusivamente a viajar. Lista ambiciosa, probablemente no vaya a alguno de ellos nunca, porque son muy caros o muy inaccesibles. Pero Bután estaba, y sigue estando en ella.


Me quedan apenas dos días para llegar a ese aeropuerto, donde he visto miles de veces en Internet aterrizar a turistas esperando a que les den la bienvenida con ese famoso khata, que simboliza buenos deseos y pureza. Un pañuelo de seda blanco con el que te reciben en plena pista los guías con los que empezarás la aventura. Qué nervios y qué emocionante el momento en el que ya está lista la mochila y el pasaporte y empieza el verdadero viaje, después de llevar meses preparando cada detalle. Ahora seré yo la que reciba esa calurosa bienvenida y ese pañuelo en mi cuello al bajar del avión.


He leído dos libros sobre Bután, he visto 3 películas y tengo la única guía en español sobre el país. He hablado con 2 de los 4 españoles que viven allí y, sin embargo, todavía ronda un aura de misterio sobre el país. ¿Por qué Bután? Solo a mi se me ocurre meterme a hacer un máster de periodismo de viajes y elegir uno de los destinos más herméticos, difíciles y desconocidos. Paco Nadal y Sele han estado, sí, pero me vas a comparar.


Voy con muchas ideas, muchas dudas y sobre todo con muchas preguntas: ¿Es Bután realmente el último reino del Himalaya, un lugar casi utópico donde la tradición sigue intacta? ¿O hay una historia más compleja que a menudo queda fuera de los reportajes turísticos? ¿Cuánto de lo que he leído se verá reflejado en la realidad? ¿Cuánto cambiará mi perspectiva una vez que pise suelo butanés? ¿Podré ser capaz de transmitir con narrativa e imágenes todo lo que voy a vivir? Fotos, videos, entrevistas que no sé si conseguiré, porque claro, la barrera idiomática, la burocracia y los permisos no ayudan.

Llevo más intercambios de mails con Dawa en el último mes que con ninguno de mis tutores. Por cierto, Dawa es lunes, ya he aprendido que allí no se estrujan mucho la cabeza pensando en nombres, a veces son el día de la semana en que has nacido y punto.


Lo que está claro es que Bután no es un destino fácil, apenas hay información sobre muchos de los temas que he buscado, pero el hecho de recorrer el país durante diez días junto a un guía, alojarme en casas con familias locales y vivir el Festival Tsechu, me va a dar una perspectiva que sólo tendré cuando esté allí.


Me han enseñado en algunas clases y tutorías que tengo que recopilar información, leer, investigar y sintetizar. Dejar espacio para la reflexión y el descanso, tener en cuenta que puede haber malos imprevistos y saludar a las buenas oportunidades de crear contenidos inesperados. Hay que organizarse, preparar la ruta y hacer un buen checklist antes de irme para evitar olvidar cosas.

En otras clases he aprendido a editar vídeos, a hacer podcast y entrevistas, a trabajar con fotografía, el uso de la IA, buscar un arquetipo de marca en las redes sociales y descubrir cómo ir encontrando mi propio nicho, siempre desde la perspectiva de un periodista de viajes y con el objetivo de crear contenido veraz y de calidad, contrastado y capaz de dejar una huella positiva, tanto en el destino como en mí misma.


Tengo las herramientas para crear un producto periodístico de calidad que contribuya a desarrollar Bután desde una perspectiva crítica y ética, pero no se si estaré a la altura, si podré plasmarlo como lo tengo en la cabeza, si conseguiré todo el material que necesito para hacerlo. De momento iré con la imagen del bote de cristal y las piedras de Edgardo, mi mochila con todas mis libretas en blanco y varios bolis para ir rellenando con todo el contenido que pueda, los micrófonos y mi cámara y los nervios de una primeriza en este maravilloso campo que es el periodismo de viajes. Me he puesto el listón muy alto, la última pregunta que me hago es: ¿Volvería a elegir Bután? —definitivamente SÍ. Aunque tendré que preguntármelo otra vez en dos semanas, cuando esté de vuelta del viaje.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.

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