¿Qué comidas combinan mejor con vino tinto y vino blanco?

El vino tiene ese encanto de transformar una comida en algo especial. Ya sea para realzar sabores, equilibrar texturas o simplemente crear un momento memorable, saber con qué platos se lleva mejor puede marcar la diferencia. Y aunque existen algunas reglas clásicas, al final todo se trata de explorar y encontrar lo que más disfrutas.

Vino tinto: sabor y carácter en la copa

Los vinos tintos suelen tener más cuerpo, taninos y profundidad. Por eso, se entienden mejor con platos intensos o ingredientes que aporten textura. Aquí algunas combinaciones que funcionan muy bien:

Carnes rojas, asados y preparaciones al horno

Un buen corte de res, cordero o cerdo asado encuentra en el vino tinto un aliado natural. Variedades como Cabernet Sauvignon, Syrah o Malbec resaltan la jugosidad de las carnes y aportan equilibrio a los sabores más potentes. Si el plato tiene notas ahumadas o especiadas, mejor aún.

Pastas con salsas con carácter

Las pastas con salsa de tomate, carne o champiñones se combinan perfectamente con tintos como Merlot, Chianti o Tempranillo. La acidez del tomate o la intensidad de las setas encuentran equilibrio en estos vinos. El Pinot Noir, por ejemplo, es ideal para platos con hongos o hierbas aromáticas.

Platos especiados o con un toque picante

Para preparaciones como costillas a la barbacoa, guisos con condimentos o tacos de carne sazonados, vinos como Zinfandel o Shiraz funcionan muy bien. Su sabor frutal y especiado acompaña sin saturar el paladar.

Quesos curados y sabores intensos

Los quesos con personalidad —como el Cheddar maduro, el Roquefort o el Gouda añejo— van muy bien con tintos robustos. Un Tempranillo o un Cabernet Sauvignon suavizan la grasa del queso y realzan su sabor. Para los quesos azules, una copa de vino dulce como Oporto crea un contraste muy interesante.

Verduras asadas y platos vegetarianos

Si la comida incluye berenjenas, pimientos, cebollas o setas, un vino tinto ligero como el Garnacha o el Pinot Noir puede complementar sin opacar. Esta combinación es ideal para platos al horno o con toques de hierbas frescas.

Vino blanco: frescura y equilibrio

El vino blanco tiene una acidez más marcada y menos taninos, lo que lo hace perfecto para platos ligeros, frescos o con sabores sutiles. Aquí van algunas ideas:

Pescados y mariscos

Una de las combinaciones más clásicas. Los blancos como Sauvignon Blanc, Albariño o Verdejo realzan la frescura de camarones, ostras o pescados blancos. Si el pescado es más graso, como el salmón o el atún, un Chardonnay con algo de cuerpo y notas cremosas es una excelente opción.

Aves con preparaciones suaves

El pollo y el pavo funcionan bien con vinos blancos de cuerpo medio como Chardonnay o Viognier, especialmente si el plato lleva salsas suaves, frutas o hierbas. Si hay limón, ajo o ingredientes cítricos, un Sauvignon Blanc puede refrescar el conjunto.

Cocina asiática y sabores exóticos

Para platos con especias suaves, dulces o un toque picante —como curries, pad thai o sushi— los vinos blancos aromáticos como el Riesling o el Gewürztraminer equilibran los sabores y resaltan los matices.

Ensaladas y vegetales frescos

Las ensaladas con hojas verdes, frutas, aguacate o frutos secos se benefician de vinos frescos como el Pinot Grigio o el Sauvignon Blanc. Si la ensalada tiene ingredientes más cremosos, como queso de cabra o aderezos intensos, un Chardonnay armoniza bien.

Quesos suaves y delicados

El vino blanco también marida con quesos, especialmente los frescos y cremosos como el Brie, Camembert o mozzarella. La acidez de vinos como el Sauvignon Blanc o el espumoso resalta sus sabores sin taparlos. Para algo más complejo, un Chardonnay envejecido puede aportar un toque distinto.

Consejos simples para acertar con el maridaje

Aunque existen combinaciones clásicas, lo más importante es entender cómo se relacionan los sabores. Aquí algunas pautas que pueden ayudarte:

  • Equilibra intensidades: platos ligeros con vinos ligeros; sabores fuertes con vinos más potentes.
  • Acidez que limpia: los vinos con buena acidez cortan la grasa, como un Sauvignon Blanc con platos fritos o cremosos.
  • Texturas que se complementan: un vino con cuerpo se lleva bien con carnes o ingredientes con más textura.
  • Contrastes que sorprenden: como un vino blanco dulce con comida picante, o uno cítrico con algo salado.
  • Prueba sin miedo: la mejor forma de aprender es combinar y descubrir lo que más te gusta.
Cada comida es una oportunidad de crear un momento inolvidable.

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