Un alimento que abraza los fogones y las memorias de Palenque

Por Jean Pierre Prieto.

Entre cantos de bullerengue y lengua palenquera con el paso de los años aún resiste “El Millo”, un grano que se podría considerar tan viejo como el viento, uno que guarda en su piel los ecos de un pueblo que supo luchar y resistir. El millo es un cereal que en muchos lugares se conoce como “sorgo”, un legado africano y símbolo vivo de una cultura que aún mantiene gran parte de su herencia viva.

Se dice que el millo llegó con los esclavizados cimarrones, dado que en África, este era uno de los cultivos esenciales para hacer pan, bebidas, papillas y hasta dulces. Se cuenta en la historia que en los tiempos de la colonia cuando estos esclavizados dependían netamente de lo poco que les proveían para su alimentación, el millo fue un alimento de autonomía, que podía darles una soberanía ante su nutrición y por eso representa un gran valor.

Cada puñado cultivado en Palenque es un acto de persistencia cultural, cada receta que lo incluye como las alegrías, las tortas, o las bebidas tradicionales es como un mensaje silencioso, que sin gritar aclama “aquí estamos, esto somos: un pueblo de cimarrones que resiste”.


Su presencia en Palenque no representa solo un grano cualquiera, sino una muestra de cómo las comunidades afro en medio del desarraigo y la violencia colonial, conservaron y adaptan sus prácticas alimenticias, remastizándolas en nuevas tierras.


Este cereal se siembra, se cosecha y luego se transforma. Cada uno de estos procesos implica un conocimiento ancestral que ha sido transmitido de generación en generación. Aunque hoy el mundo se mueve a otro ritmo, más acelerado y muchas veces ajeno a lo ancestral, el millo sigue ahí creciendo en los patios de sus casas. No ha sido desplazado por el trigo industrial ni por el arroz empaquetado.

Bien es así, con las famosas alegrías, un dulce típico muy sencillo que está hecho a base de millo tostado, panela derretida y coco rallado. De forma artesanal estos tres ingredientes se mezclan y se presentan en forma circular. Estos encierran siglos de historia y resistencia de un fogón que vive en las memorias. Su nombre, “alegría” , viene de una historia de lucha, creatividad y comunidad. En cada frase, en cada canasta que en ocasiones se caminan en sus calles, retumban gritos: “Alegrías, llegaron las alegrías”, con ese cantadito Palenquero que los caracteriza como una comunidad única y especial.

Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.



Deja un comentario

Contacto

School of Travel Journalism

+34 623 98 10 11

hola@schooloftraveljournalism.com

Centro Colaborador de