Por Nancy Pedraza.
A veces, una pausa también es parte del viaje. Esta semana sin clases fue la oportunidad perfecta para detenerme y mirar hacia adentro, hacia todo lo que se está moviendo en mí desde que comencé esta maestría en periodismo de viajes.

Cuando nació Vía Sacra, lo imaginé como una plataforma para contar historias sobre iglesias del mundo. Pensé que clasificarlas por estilos arquitectónicos o épocas sería suficiente. Pero pronto entendí que lo que verdaderamente me moviliza no es solo la estructura del templo, sino lo que se siente al entrar, lo que sucede alrededor, las personas que viven junto a esos espacios sagrados. Y ahí empezó a transformarse mi mirada.
Estoy en un momento del proceso donde reconozco que aún me falta
mucho, pero también celebro que me estoy construyendo paso a paso. El proyecto ha dejado de ser una idea estática para convertirse en una búsqueda. Ya no se trata solo de visitar iglesias, sino de entender lo que representan para las comunidades, de escuchar a quienes las rodean, de documentar los caminos que me llevan hasta ellas. Porque el viaje comienza mucho antes de llegar al lugar: empieza con las preguntas.
Me entusiasma el reto de encontrar mi propia voz como periodista. Quiero ser alguien que logre conectar a las personas a través de historias sensibles, profundas, y visualmente potentes. Historias que no solo hablen de lo que vemos, sino de lo que se siente. Que no solo narren un templo, sino también la plaza que lo rodea, la panadería de la esquina, el silencio que se escucha en la mañana. Quiero contar desde lo emocional, sin dejar de ser rigurosa.
A veces me preguntan si ya tengo claro cómo será mi proyecto final. Y la respuesta es que no del todo. Pero sé que este es el mejor inicio que puedo tener para encontrarlo. Cada clase, cada ejercicio, cada referencia teórica me va dando pistas. Estoy aprendiendo a investigar con método, a observar con más atención, a hacer preguntas más precisas. También a registrar mejor mis viajes: anotar, grabar, fotografiar. Aprender a narrar no solo lo que veo, sino lo que me atraviesa.
Algo que me inquieta especialmente es la necesidad de visibilizar ciertos espacios sagrados que no siempre cuentan con la atención suficiente para su preservación. Mostrarlos con respeto y belleza también es una forma de protegerlos, de hacer que otros los valoren. Creo que el periodismo de viajes puede tener ese impacto: no solo entretener, sino despertar conciencia.
Y aunque aún no he estado físicamente frente a la catedral de Colonia, la que imaginé como punto de partida, sigo sintiéndola como símbolo. Me recuerda que el viaje no es solo geográfico. Es también interior. Que mientras camino, me construyo. Como escribió Anaïs Nin: “Viajamos, algunos de nosotros para siempre, para buscar otros estados, otras vidas, otras almas.” Y yo viajo para narrar esas almas y lugares…para encontrar la mía y mi camino.
Este artículo forma parte de las prácticas realizadas por los alumnos del Máster en Periodismo de Viajes y Máster en Periodismo Gastronómico de la School of Travel Journalism.