Por Giovanna Serrano.
En mi última clase de técnicas de periodismo, descubrí un concepto clave que transformó mi manera de percibir la escritura: la importancia de la escritura creativa en el periodismo gastronómico. A diferencia de otros tipos de periodismo, este campo permite una mayor libertad expresiva, lo que brinda la oportunidad de narrar experiencias sensoriales, contextos culturales y tradiciones con un estilo más personal y evocador. Esta lección ha sido fundamental para definir un enfoque sólido en mi Proyecto de Fin de Máster periodismo Gastronómico (TFM), ya que mi intención es escribir artículos sobre la relación que hay entre la gastronomía y la cultura de Oaxaca. Hasta ahora, nunca había escrito un artículo formalmente, por lo que esta clase me ha dado una nueva visión sobre cómo puedo integrar mi propia esencia en cada texto.

Por lo que uno de los aspectos más interesantes de la escritura creativa en el periodismo gastronómico es la posibilidad de convertir un simple relato sobre un platillo en una historia cautivadora. No se trata solo de describir ingredientes o técnicas de cocina, sino de transmitir emociones, historias y el contexto cultural que envuelve a cada comida.
En el caso de mi TFM, que está enfocado en la gastronomía y cultura de Oaxaca, esta perspectiva me ha permitido entender que no basta con hablar de los muxes, las tlayudas o la pesca artesanal desde un punto de vista técnico o histórico; sino que es crucial capturar la esencia de las personas que los preparan, el asentar las tradiciones de la comunidad y la manera en que cada platillo o actividad se convierte en un reflejo de la identidad local. Y en este ejercicio de narrar, también he descubierto que la escritura creativa me da la libertad de jugar con mi propio contexto cultural, usando modismos, dichos y giros del lenguaje que hacen que el relato sea más auténtico y cercano.
Un ejemplo podrías ser, si un mole negro está tan bien preparado que «resbala como mantequilla» o si una tlayuda crujiente «canta» al partirse, esas expresiones propias de la región no solo enriquecen el texto, sino que también conectan con el lector de una manera más profunda. Esta estrategia de incorporación del lenguaje coloquial no es solo un capricho estilístico, sino una forma de honrar la manera en que la gastronomía y la cultura se viven y se cuentan en su propio contexto.
Sin embargo, durante la clase, también he identificado algunos desafíos en mi investigación. Por ejemplo, cómo equilibrar el rigor periodístico con una narración que conecte emocionalmente con el lector, o de qué manera evitar caer en estereotipos al escribir sobre la cocina tradicional. Estos cuestionamientos me han llevado a formular
una nueva hipótesis para mi TFM: la escritura creativa no solo mejora la experiencia del lector en el periodismo gastronómico, sino que también es una herramienta clave para preservar la memoria cultural de una región a través de sus sabores, relatos y la manera en que estos se cuentan en su propio lenguaje.
Por lo que, reflexionando sobre lo aprendido, puedo decir que esta clase ha cambiado mi visión sobre la escritura y su papel en mi proyecto. Antes, veía los artículos gastronómicos como un espacio meramente informativo, pero ahora entiendo que pueden ser una expresión artística y cultural. Además, me ha motivado a explorar más allá de la simple descripción de platillos y tradiciones, buscando contar historias que transmitan la riqueza y tradición de la cocina oaxaqueña.
Sin duda, esta nueva perspectiva enriquecerá mi TFM y me ayudará a desarrollar un estilo propio en mis futuros artículos. Aún tengo mucho por aprender, pero ahora sé que la clave está en escribir con autenticidad, dejando un poco de mi esencia en cada relato culinario.