Cartas a los que vendrán: un legado desde el corazón del viaje y la gastronomía

Hay momentos en el año en los que la escuela se llena de palabras que no caben en ninguna consigna. Palabras que no buscan ser evaluadas, sino compartidas. Palabras que no cierran una cursada, sino que abren una mirada. Y eso es lo que ha pasado con las cartas finales que los alumnos de nuestros másters han escrito como parte de sus publicaciones de este ciclo.

Desde la School of Travel Journalism, leemos y publicamos muchas crónicas, entrevistas, perfiles, reportajes. Pero hay una instancia que siempre nos toca especialmente: cuando llega el momento de despedirse. En esta ocasión, los alumnos del Máster en Periodismo Gastronómico y del Máster en Periodismo de Viajes fueron invitados a escribir una carta abierta. En un caso, dirigida a los futuros narradores del gusto; en el otro, a la próxima generación de viajeros.

El resultado ha sido una colección de textos extraordinarios: sinceros, sensibles, críticos, humanos. Una suerte de antología espontánea que muestra no solo lo que aprendieron, sino también quiénes son y quiénes están empezando a ser como periodistas.

Una despedida que es bienvenida

Lo que emociona de estas cartas es que no son ejercicios estilísticos ni listas de recomendaciones técnicas. Son textos nacidos desde el recorrido personal, desde la experiencia directa, y sobre todo, desde el deseo profundo de dejar algo para los que vienen. Cada carta es una especie de faro, de bitácora, de advertencia amorosa y de abrazo.

Se habla de la ética, de la escucha, de la necesidad de cuestionar el turismo como consumo. Se reflexiona sobre el rol del periodista, sobre la escritura responsable, sobre la mirada sensible. Se agradece a los docentes, a los compañeros, a los entrevistados, a las comunidades visitadas. Y también, se reconoce el valor del error, de la duda, del silencio.

Contar con humildad, viajar con propósito, escribir con respeto

Las cartas del Máster en Periodismo de Viajes trazan un mapa emocional de lo que implica recorrer el mundo con una libreta en la mano. Hay relatos de transformación, de aprendizajes profundos, de preguntas que aún siguen abiertas. Se habla del regreso como el verdadero desafío, de lo que queda adentro cuando uno vuelve de un lugar que ya no es solo un destino, sino parte de uno mismo.

Por su parte, los alumnos del Máster en Periodismo Gastronómico escriben desde los fogones, los mercados, los cultivos y los recuerdos. Desde allí, piensan la comida como una narración cultural, social y ética. Se preguntan cómo contar la cocina sin exotizar, sin simplificar, sin olvidar a quienes la hacen posible. Y dejan claro que el periodismo del gusto no está solo en los platos, sino en las personas que los preparan, los territorios que los sostienen y las historias que los atraviesan.

Una comunidad que trasciende el aula

Como coordinador académico de la escuela, leer estas cartas ha sido un privilegio. No solo porque reflejan un trabajo bien hecho, sino porque dan cuenta de algo que nos importa mucho: que la escuela sea también una comunidad, un espacio de encuentro, un territorio de afectos.

A lo largo del año, acompañamos a estos alumnos en sus primeras crónicas, en sus dudas con las entrevistas, en sus hallazgos narrativos. Pero en estas cartas hay algo más: hay madurez, hay compromiso, hay una voz que ya no está probándose, sino afirmándose.

Para quienes aún siguen escribiendo

Este mensaje también va para quienes hoy están cursando, investigando, editando o planificando sus Trabajos Finales de Máster. Que estas cartas les sirvan como impulso y recordatorio. El camino recorrido hasta aquí importa, pero lo mejor todavía está por escribirse. No dejen de preguntarse por qué narran, para quiénes, y desde dónde. Denlo todo: no por una nota, sino por una historia que merezca ser contada con respeto y profundidad.

Gracias, de corazón

Gracias a cada alumno y alumna que se tomó el tiempo de escribir su carta con honestidad. Gracias por regalarnos sus dudas, sus descubrimientos, sus preguntas. Gracias por haber confiado en la escuela como espacio de formación, pero también como espacio de expresión. Y gracias por dejar huella para los que vienen.

Nosotros seguiremos leyendo, enseñando, aprendiendo. Y ustedes, los que se despiden, sepan que las puertas de esta escuela siempre estarán abiertas. Porque el viaje no termina, solo cambia de forma.

Hasta siempre.

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