El mejor recuerdo es el souvenir que honra su origen

Por Laia Ávila.

¿Puede un turista responsable explorar sin destruir lo que ama? Esta inquietante pregunta resonaba en mi mente mientras escuchaba a Mar Villalba e Iñaki Makazaga en el debate sobre si es posible viajar sin dejar huella. Mar inició el encuentro con una reflexión increíblemente reveladora: es imposible no dejar huella. La dejamos transmitiendo una sonrisa, eligiendo un medio de transporte e incluso usando un tipo de material cuando trabajamos. Todos nuestros pasos dejan huella. Iñaki, a su vez, puso énfasis en la complejidad del asunto, en lo fácil que es caer en contradicciones morales y éticas, y en la importancia de fomentar lo complejo. Y nuestra huella, lo es. Asimismo, Mar también señaló que el turismo debe ser intrínsecamente sostenible, y no deberíamos seguir aplicando el término «sostenible» como una etiqueta vacía. En lugar de ello, el enfoque debe estar en cómo los turistas pueden ser responsables. La cuestión, entonces, no es si dejamos huella, sino qué tipo de huella dejamos y cómo podemos hacer que sea positiva.

 

La complejidad de la cuestión es que muchas veces radica en nuestras decisiones más pequeñas. Y es que, en ocasiones, sin darnos cuenta, estas pueden tener un impacto inesperado. Imagina que llegas a un mercado local de Sabah en la isla de Borneo después de haber estado todo un día escuchando historias de lucha por la conservación, tanto de trocitos de selva como de la biodiversidad que en ella habita. Paseas entre los olores exóticos que te envuelven en un ambiente rodeado de coloridas vestimentas y cálidos saludos de los artesanos que ofrecen sus creaciones. De pronto, encuentras unos imanes brillantes, de colores llamativos y con una imagen de un orangután estampada en la superficie. Estos te llaman la atención y decides comprar uno sin pensarlo: un imán que formará parte de la colección que muchos tenemos decorando nuestras neveras. Pero, al
llegar a casa, te das cuenta de que ese objeto no tiene ninguna conexión con el lugar que visitaste. Fue fabricado en masa, lejos de Sabah. Un imán que jamás vio la belleza de la jungla ni escuchó las historias de los que habitan la ciudad. Sin saberlo, tu elección ha dejado una huella. Una que no aporta a la economía local, ni ayuda a los artesanos que viven de su arte.

Considero que este ejemplo, tan simple y tan complejo a la vez, se conecta de manera poderosa con mi investigación en Sabah. El turismo es importante para la economía local.
Entonces, ¿podemos transformar nuestra huella en algo positivo? Tenemos la oportunidad de tomar decisiones que realmente ayuden a preservar el ecosistema y que fortalezcan a las comunidades locales. ¿Cómo podemos hacerlo? Podemos optar por productos auténticos, hechos a mano; elegir experiencias con empresas que realmente beneficien al medio ambiente y a la sociedad, y no con aquellas que se venden en campañas de greenwashing, engañando y diluyendo los esfuerzos auténticos de conservación y confundiendo a los turistas bien intencionados. Este enfoque me ha ayudado a desarrollar una hipótesis para mi trabajo de final de Máster en Periodismo de Viajes: si el turismo en Sabah es bien gestionado, puede ser una herramienta poderosa para la conservación de la fauna y un motor de desarrollo económico para las comunidades locales. Haciendo hincapié en las palabras de Iñaki, pienso que lo más complejo de este tema radica en la coherencia entre lo que predicamos y lo que realmente hacemos, porque, a veces, ser coherentes es un verdadero desafío.

En conclusión, lo que escuché en el debate me ayudó a ver mi investigación desde una nueva perspectiva. Ahora tengo una idea mucho más clara de los retos reales que enfrenta el ecoturismo, tanto éticos como prácticos. Me doy cuenta de que para integrar la conservación de la fauna y el turismo en Sabah no basta con aplicar estrategias ecológicas.


Requiere algo mucho más profundo: un compromiso genuino, tanto de los viajeros como de las personas que viven y trabajan allí. Al dejar nuestra huella, los viajeros debemos ser conscientes de que podemos contribuir a la preservación en lugar de a la destrucción de este ecosistema invaluable. Sin esa conciencia, el ecoturismo en Sabah corre el riesgo de volverse tan destructivo como cualquier otra forma de turismo masivo.

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